12/09/2025

El carancheo mediático de los Fernández y X: una relación más que tóxica

Una mujer golpeada, con hematomas en los brazos y los ojos violetas-negros que implican un puñetazo directo al iris, sin piedad. Un hombre que amenaza con suicidarse y se recluye en una habitación (lujosa, pero habitación al fin) para cumplir una cuarentena psicológica mas férrea de la que él mismo impuso, culpando al COVID, a 45 millones de argentinos. Un presidente de la Nación “ordena los hechos” y “tipifica” las denuncias de uno y otro, metiendo su voz y su mano en una ensalada jurídica-mediática con tantos ingredientes que la hacen incomible.

Y carancheando a todos, periodistas, opinólogos, una expresidente, abogados, televisivos, radiales, troll, bots y otros fogoenadores que convierten a X en una red XXX, de sexo, abuso y poder.

Una trama seductora para una serie Netflix (podría decir, sí, inspirada en hechos reales pero también aclarar que esos hechos superan a la ficción) pero poco “ordenadora” para una sociedad que ya viene baqueteada por inclemencias económicas, políticas, sociales y -sobre todo- humanas. Lo cierto es que el escándalo Fabiola Yáñez/Alberto Fernández sepultó el interés morboso por conocer el destino del pequeño Loan, de los indicadores económicos que se chocan con los precios en las góndolas, la caída del precio de la soja, el 500% que aumentó la luz y hasta de la mismísima salud de Jorge Lanata, del que ya ni siquiera se revelan partes médicos.

Quizás sea la misma necesidad de anestesiarse de cada ciudadano lo que lleva a consumir horas y horas de tanto amarillismo explícito.

Todo pasa. La mágica frase que el inefable totem de la AFA, Julio Grondona, llevó en su dedo anular, por arte y magia de las redes sociales se transformó en un “pasa de todo” donde no hay filtros, límites, certezas ni presunciones. Solo el dedo meñique y el insulto a bocajarro de todos los que están pendientes de una saga de final incierto.

Como dice el manual del golpeador, Alberto Fernández repite que él no le pegó a su ex mujer y que todo es manipulación política. Fabiola Yáñez busca un consenso y una empatía que no tuvo como Primera Dama y se mantiene firme en sus denuncias (y promete más fotos y revelar más secretos). El presidente Milei enumera qué es delito y qué no, amplía la acusación a periodistas ensobrados y marca una línea clara de qué todo eso son hechos del “otro bando”. Una periodista (Julia Mengolini), que levantó las banderas del feminismo colectivista (o colectivo feminista, qué mas da) para defender a Thelma Fardín ahora dice que el “Te creo, hermana” no es tan literal y que puede ser que Fabiola no diga la verdad, sepultando la poca sororidad que quedaba en pie. Y que, por supuesto, los liberales fanáticos de las individualidades aprovechan para caricaturizar la lucha feminista que, en países serios, es una lucha seria y necesaria.

Todo revuelto, condimentado con insultos y denigraciones varias (¿Nombrar Fiambrola a Fabiola no es, acaso, violencia?), insinuando relaciones perversas y sádicas con animales e incesto (No es esto, acaso, ¿estigmatizar desde el odio?) son “efectos colaterales” que terminan de sepultar la credibilidad, objetividad y seriedad de los que informan.

Las fotos que le realizó el diario español El País a Alberto Fernández en su departamento de Puerto Madero.

Sería deseable que la Justicia se ocupe de Alberto. Que se comprueben y se dictamine la violencia física, psicológica y mediática sobre Fabiola. Que el presidente Milei ordene la economía, seguridad y educación con la misma claridad que ordena los hechos, en ese rol de garante supra que se autoadjudicó en la pelea matrimonial del expresidente y exprimera dama. Que los troll aflojen con los insultos y las incriminaciones para no fogonear tanto un relato autoconstruido. Que Cristina deje de opinar como si no tuviera nada que ver con la debacle de Fernández.

Y que el resto de los argentinos apaguemos un poco las pantallas del celular y del televisor. Para no terminar tan contaminados.

Sin saber dónde estamos parados.

Compartir:

Más publicaciones

El oscuro valor de la mentira

En un contexto preelectoral, las acusaciones de mentiras entre Milei y Kicillof reflejan una estrategia recurrente que erosiona la democracia, alimentada por la repetición, el clickbait y un ecosistema digital