Zohran Mamdani arrasó en Nueva York con la misma fórmula que catapultó a Milei en Argentina: autenticidad brutal, enemigo claro (la casta o el establishment), comunicación viral y cero miedo al ridículo. No venden gestión ni moderación; venden una revolución personal para jóvenes que odian el statu quo. La vieja política sigue pensando en puentes mientras estos nuevos líderes dinamitan todo y se ríen en TikTok.

Las encuestas esta vez no se equivocaron: desde hace unos días, el alcalde electo de New York es Zohran Mamdani. Para quienes no lo conocen, el político demócrata es la excentricidad encarnada: de ascendencia india, nació en Uganda, es licenciado en “estudios africanos” y no disimula su fanatismo por el hip-hop. Progresista en sus ideas —apoya el control de armas y es un activista LGBTIQ+—, parte de su popularidad se debe a que baja al barro de las propuestas concretas que más atraen a los jóvenes: acceso a la vivienda y transporte barato. Y así ganó.
Aunque Mamdani y Milei están en las antípodas ideológicas, tienen algunas cosas en común: poca vergüenza, casi ningún sentido del ridículo, mucho histrionismo, gran capacidad para concentrar en una frase o un símbolo un concepto complejo y, sobre todo, una habilidad extraordinaria para parecer auténticos. Además, intuitivos como son, tuvieron lucidez para detectar qué es lo que más importaba a sus públicos en un determinado momento. En la Argentina, la inflación; en NYC, que vivir es carísimo y los jóvenes sienten que su propia ciudad los expulsa.
[Un socialista triunfa en la capital mundial del capitalismo]
— Visión Liberal (@vision_liberal) November 6, 2025
La elección de Zohran Mamdani como alcalde de la ciudad de Nueva York envía un mensaje poderoso al mundo entero.
En el corazón mismo del capitalismo global, ha ganado un socialista, lo que alentará a los… pic.twitter.com/NbeONyyLZP
Igual que Milei se enfrentaba a la casta, Mamdani señala al establishment como la causa de todos los males. Y aunque proponen cosas muy distintas, lo que en ambos casos parece importar es la nueva gramática del poder, que no se escribe con matices, sino con certezas. No buscan ser la opción razonable; buscan ser la única opción real:
Sin editar. La primera regla de esta nueva camada de líderes es que la autenticidad es un arma. No es la pose pulida y ensayada del viejo político que se arremangaba la camisa. Es una autenticidad cruda, a veces caótica y en ocasiones brutal. El estilo de Milei o la estética de Mamdani no son un disfraz; son una declaración de identidad.
El sistema. Estos líderes, y otros de su perfil, más que un plan programático de gobierno, ofrecen un “modelo mental” que lo explica todo. Para Milei, es la superioridad moral del anarcocapitalismo; para Mamdani, el colectivismo como solución a los problemas sistémicos de NYC. Esta pureza ideológica es un refugio para una generación que desconfía de la moderación de la casta, siempre sospechosa de complicidad.

El algoritmo. La batalla por la opinión pública no se libra tanto en la tapa de los diarios como en X y en TikTok. Su comunicación está diseñada para la viralidad: clips cortos, sentencias filosas y retórica emocionante. Saben que la confrontación genera engagement, y ese es su parámetro para medir la relevancia política. Con campañas gasoleras, son los propios militantes quienes se ocupan de amplificar los mensajes. Aunque pierdan el control.
La pelea constante. La vieja máxima de la política era construir puentes. La nueva es dinamitarlos. Confronto, luego existo. Milei y Mamdani lo tienen claro: el conflicto no es un costo a evitar, es un insumo vital de valor inestimable. Cada respuesta agresiva y cada posteo desafiante son una prueba de salud política que demuestra que no fueron cooptados. La grieta siempre viva crea un sentido de pertenencia tribal mucho más efectivo que los amables llamados a la unidad.
La política como movimiento redentor. Los grandes líderes no venden gestión, sino propósito. Ofrecen a los jóvenes la oportunidad de ser protagonistas de una causa histórica, trascendente. No prometen administrar mejor el statu quo, sino demolerlo y construir algo nuevo. Una oferta que el centro político, obsesionado con proteger lo que se logró en el pasado, es incapaz de articular.
[Ganó Milei y perdió el espanto]
— Visión Liberal (@vision_liberal) November 6, 2025
En unas elecciones marcadas por abstención récord y campañas primitivas, el oficialismo se impuso por 40% a 25%, pero sin cambios legislativos reales ni plan económico.
Con reservas negativas, 80% sin llegar a fin de mes y Trump como… pic.twitter.com/VYYGz2kEtE
En definitiva, Milei, Mamdani y otros de su especie encarnan la nueva política en tiempos en los que la confianza está rota. Muestran que el entusiasmo de los jóvenes no se asocia a las promesas de gestión eficiente ni a la protección de las conquistas de otros tiempos, sino a una narrativa clara, un enemigo visible y la propuesta de una pelea épica que vale la pena dar. La vieja política sigue sin entender que los jóvenes no quieren un mejor gerente para el sistema actual, sino un héroe que les prometa uno nuevo.



