20/10/2025

“Bombita” Gómez pagará los daños, pero la culpa siempre será del Estado depredador

No es cuestión de hacer apología del delito y mucho menos avalar la violencia y el destrozo contra la propiedad privada. No, para nada. Pero el ataque de furia de Jorge Gómez en una concesionaria, que terminó con un auto hecho añicos y él preso, no empieza ese día. Es más: así culmina una penosa sucesión de eventos desafortunados que haría estremecer a los huérfanos Baudelaire y al mismísimo conde Olaf.

Hacía cinco años que Gómez quería comprarse un usado. Juntaba lo que podía de lo que le quedaba de su trabajo como remisero pero no llegaba nunca. Un día, en Retiro, se bajó del tren y vio un oasis: con una módica entrega y aun más módicas cuotas podría llegar a un 0 kilómetro. El oasis fue, en realidad, un espejismo. Y hacia él avanzó sin saber que firmaría su propia estafa.

Jorge Gómez fue uno más de los incautos que cayó en la trampa. De hecho, uno de cada cinco dueños de autos cero kilómetros cayó en el mismo derrotero que él. A partir de ahí empezó una pesadilla en la que él se enfrentó a las letras chicas de un contrato. Y perdió, obviamente. Como tantos. Una encuesta realizada por la revista especializada “MInuto Motor” reveló que lo que le pasó a Gómez no fue una excepción

Según esa encuesta (focus group), los que creyeron suscribirse a un plan de ahorro (que de ahorro no tiene nada) sufrieron las siguientes formas de estafa en las distintas suscripciones:

  • “Malísima. La letra chica es interminable y nadie sabe asesorarte como corresponde. La primera cuota tiene un valor, la segunda otra y la tercera ya no se puede pagar”.
  • “Pagué una cuota y me fui por falta de asesoramiento. En resumen perdí plata porque me dijeron que iba a pagar una cosa y finalmente era casi el doble. Lo deje de pagar”.
  • “Pésima. Solo sirve para ahorrar dinero y al valor que ellos quieren. No sirve para comprar un auto de ninguna manera”.
  • “Tengo un plan y lo dejé de pagar en la cuarta cuota porque se fue a un valor muy caro. Lamentablemente perdí plata porque la devolución de ese monto sería dentro de dos años”.
  • “Mi experiencia fue buena. Si bien tuve un sola, cumplieron con casi todo lo que me habían informado. Lo pude sacar y aún sigo pagando las cuotas”.
  • “Un detalle que paso con mis viejos. Te venden los planes de ahorro pero no te aclaran que si pasaste la edad jubilatoria no podes sacar el auto a la hora de la adjudicación. En realidad te lo ofrecen y dicen que lo pongas a nombre de un familiar. Con mis viejos zafé pero tuve que pelearla fuerte”.
  • “No hay manera que sirva esa mentira de los planes de ahorro. Todas las cuotas tienen los valores que ellos quieren y jamás te cumplen con lo pautado”.
  • “Tengo un plan de Volkswagen Up! y me están descontando un 50% de mi sueldo. No puedo pagar eso y desde la concesionaria no me dan ninguna solución”.
  • “Soy de los que finalmente licité rápido porque no se podían pagar las cuotas que me pedían. Conseguí plata por otro lado y trate de cancelar lo máximo posible. Te aumentan sin sentido”.
  • Muy mala. Sacamos con mi esposa un un plan de ahorro en la concesionaria Lepic para comprar un Renault Captur. Al momento de firmar el plan nos calcularon la cuota con la inflación para que tengamos un estimativo de lo que íbamos a pagar por mes. Además, nos ofrecieron cuotas gratis. El valor de la cuota no se respetó nunca. Mes a mes iban aumentando sin parar. Al momento de llegar al la cuota gratuita nos informaron que era solo si habíamos retirado el vehículo. Ese fue el momento de tomar la decisión de cancelar el plan. Por supuesto, perdimos el dinero que ya habíamos pagado.
  • “Me lo vendieron por teléfono. Fui a la concesionaria firmé pensado que era lo que me habían dicho y nada que ver. En la segunda cuota me di de baja. Una estafa”.

La ira de Gómez no fue contra la concesionaria. Fue contra un sistema, la legitimización de una práctica de venta que no tiene nada que ver con la genuina oferta y demanda de un mercado libre.

Gomez tomó un tótem que había de adorno en la concesionaria y con él, una silla y a patadas, destruyó un 0 kilómetro y golpeó varios autos más hasta que lograron reducirlo. En las redes lo apodaron “Bombita”, ese héroe anónimo que encarnó Darín en “Relatos Salvajes” para mostrar los atropellos de las grúas que se llevan el auto. Un antisistema. Casi todos lo defendían. Pero en la vida real, los delitos se castigan y Gómez no se imagina los pesares que deberá atravesar si avanza la causa penal en su contra.

Sin legitimar la violencia, Gómez deberá responder por los daños (alegó que se “nubló y perdió los estribos”). Pero los vendedores deshonestos de los planes de ahorro también deberían revisar sus estrategias. No existirían planes de ahorro con cláusulas abusivas si hubiera menos regulaciones, impuestos y condiciones incumplibles para acceder a un vehículo. Dato: los planes de ahorro no funcionan en casi ningún país del mundo.

Es una modalidad que surge cuando no hay alternativas accesibles. La financiación en la Argentina de la inflación galopante es un riesgo que nadie quiere tomar salvo a valores estrafalarios. ¿Leasing? requiere ingresos en blancos y alto poder adquisitivo (para pocos). Igual que al contado, lejos la mejor manera de compra porque permite “negociar” hasta el 5% del valor del auto. Pero hay que tener todo el dinero en mano y en blanco. Ahorrar en dólares es una quimera para muchos. Los créditos bancarios son empalagosos y de requisitos interminables. Planificar un escenario estable en medio del tsunami inflacionario que vive la Argentina es una quimera

Firmar un contrato en una estación de trenes, sin tanto papeleo parece una solución. Pero puede ser que se compre un problema aún mayor que el de andar “a pie”. Alejandro Gómez quería el auto para mejorar su performance como remisero. Todo terminó mal. La sucesión de eventos desafortunados terminó con una aventura dantesca donde el protagonista parece ser la concesionaria pero en realidad, es un Estado caprichoso, coercitivo y burócrata que, al impedir el ejercicio de la libre competencia, hace añicos el futuro.

Compartir:

Más publicaciones