En Argentina, décadas de políticas económicas distorsivas, como cepos cambiarios, alta presión tributaria y regulaciones excesivas, han empujado a ciudadanos y empresas a informalizar sus ahorros, recurriendo a moneda extranjera como defensa frente a la inestabilidad y el impuesto inflacionario. Esta situación, que dificultó operar en blanco, llevó a una cultura de subsistencia donde la informalidad se volvió la norma. Por eso, Aldo Abram, de Libertad y Progreso, propone un blanqueo de capitales para reincorporar esos fondos al circuito formal, destacando que las restricciones para enviar dinero al exterior han disminuido, aunque persisten controles internacionales contra el lavado de dinero. Además, instó al Congreso a legislar con previsibilidad, sin cambios retroactivos, para devolver confianza y permitir que esos ahorros dinamicen la economía, fomentando producción, empleo y bienestar.

“Yo suelo estar en contra de los blanqueos de capitales“, admitió el entrevistado, aunque aclaró que “en el caso particular de Argentina, venimos de décadas de anormalidad económica“. Según explicó, los sucesivos gobiernos implementaron medidas que forzaron a los ciudadanos a informalizar sus ahorros, al tiempo que se beneficiaban del impuesto inflacionario para financiar el gasto público.
“La gente ya hace mucho tiempo que aprendió a defenderse. La forma de defenderse es comprar moneda extranjera“, indicó. Para Abram, esta conducta fue una reacción lógica frente a los cepos y trabas que impedían operar en dólares por vías legales.
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El entrevistado destacó cómo la presión tributaria, las regulaciones desproporcionadas y la persecución fiscal crearon un ecosistema donde operar en blanco era inviable: “En vez de querer ser Bill Gates, el empresario PYME argentino solo busca no dejar de ser PYME“. Esta cultura de subsistencia forzada provocó que tanto empresas como individuos recurrieran a mecanismos informales para sobrevivir.
“Gran parte de la producción pasaba a la informalidad y esos ingresos también se informalizaban“, explicó, justificando por qué ahora sería razonable habilitar un proceso de regularización que devuelva esos fondos al circuito formal.
Transferencias sin límites, pero con controles internacionales

Respecto a la posibilidad de enviar dinero al exterior, Abram fue claro: “Hoy podés enviar afuera la cantidad que vos quieras“. Las restricciones, explicó, ya no aplican para personas físicas, aunque sí persisten algunas para empresas.
Sin embargo, advirtió sobre los controles internacionales vigentes. “Físicamente no podés llevar más de 10.000 dólares por persona“, debido a normativas globales que buscan prevenir el lavado de dinero y el financiamiento del terrorismo. “Si vos tenés un millón de notificaciones para controlar, no controlás ninguna“, criticó, aludiendo al exceso de burocracia fiscal que imperó en el pasado.
Impacto político: el rol del Congreso
Para Abram, el Congreso debe entender la raíz del problema: “Nos han obligado a los argentinos, desde los gobiernos con medidas absurdas, a informalizar nuestros ahorros“. En este sentido, llamó a legislar para permitir el retorno de esos fondos, sin castigar a quienes fueron empujados fuera del sistema.
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“Esos recursos que se fueron al fondo del placard de algún argentino le quitaron sangre al financiamiento de la economía“, graficó. La solución, según su visión, pasa por devolverle previsibilidad al sistema: “Que las reglas puedan cambiar, sí, pero no en forma retroactiva“.
Hacia una economía con más producción y empleo
Finalmente, Abram afirmó que si se logra dar seguridad jurídica y estabilidad normativa, esos fondos podrán volver y dinamizar la economía real. “Todos los argentinos podremos operar en blanco con esos recursos“, dijo, señalando que esto se traduciría en mayor crecimiento, empleo y bienestar.
Sin embargo, advirtió que la confianza aún es frágil: “Hoy creo que lo que van a hacer los argentinos es usar estos ahorros para compras pequeñas“, anticipando que el cambio será gradual y dependerá del compromiso político con el respeto a las nuevas reglas del juego.



