Los fanáticos del oro están furiosos. Durante décadas, han defendido el metal amarillo como la mejor protección contra la locura política: la única reserva de valor que no podía ser manipulada por presidentes, parlamentos ni banqueros centrales. Entonces aparece Donald Trump, imponiendo un arancel del 39 % a los lingotes importados, y de repente ocurre lo impensable: el oro mismo se ha convertido en un objeto de debate político.
¿El resultado? Una avalancha no hacia más Krugerrands (moneda de oro sudafricana), sino hacia Bitcoin. Sí, Bitcoin —la volátil criptomoneda emergente que muchos en el establishment aún ven con recelo— está ahora de vuelta a un paso de su máximo histórico de 123.000 dólares, impulsado por un torrente de dinero institucional que antes se habría destinado a bóvedas en Zúrich o Singapur.
Las cifras de julio lo demuestran. Unos 14.900 millones de dólares se invirtieron en fondos cotizados de Bitcoin, de los cuales 12.800 millones en ETFs al contado de EE. UU., su mejor mes. No se trata de un juego de pequeños inversores aburridos. Se trata de fondos de pensiones, gestores de activos y fondos de cobertura que deciden, con bastante racionalidad, que si los gobiernos pueden subir el precio del oro de un plumazo, quizá sea el momento de adquirir algo que no pueda detenerse en una aduana.
Los argumentos de venta de Bitcoin son ahora más convincentes: sin fronteras, sin almacenes, sin aranceles de importación. No es “oro digital” porque lo digan los publicistas, sino porque el oro antiguo se ha politizado. Los aranceles no solo han mermado el atractivo del oro, sino que le han dado a Bitcoin su publicidad más convincente hasta la fecha.
[La transformación del aprendizaje: menos libros, más pantallas]
Un nuevo informe de la OCDE revela cómo la digitalización está cambiando el acceso a recursos educativos entre los jóvenes, con una notable disminución de libros en el hogar y un aumento del uso de software… pic.twitter.com/qFWe1oQVIG
El repunte se ha visto impulsado por el reciente ambiente en Washington. La legislación bipartidista —con títulos tan serios que solo podrían provenir del Congreso, como la Ley GENIUS y la Ley CLARITY— ha dado a los inversores una idea más clara de que los activos digitales no están a punto de ser regulados hasta el olvido. Para las instituciones, esto importa. Nadie quiere verse atrapado con una cartera llena de activos que la SEC podría algún día decidir que no deberían existir.
Así que tenemos una alineación inusual: la intervención política hace que el oro parezca vulnerable, los cambios regulatorios hacen que Bitcoin parezca más seguro y el dinero institucional aumenta de tamaño. Este es el tipo de contexto macroeconómico con el que los criptoevangelistas han soñado desde que Satoshi minó un bloque por primera vez .
“El capital institucional no se mueve con facilidad, pero cuando una crisis macroeconómica altera la economía de activos refugio tradicionales como el oro, las alternativas digitales se convierten repentinamente en una necesidad”, señala Nigel Green , director ejecutivo de deVere. “Bitcoin se beneficia tanto de la claridad en la política estadounidense como de un creciente reconocimiento entre las instituciones de que el valor puede —y debe— existir más allá de las limitaciones de los sistemas tradicionales”.
Los escépticos señalarán que Bitcoin sigue siendo Bitcoin, propenso a caídas vertiginosas y subidas eufóricas. Pero esta no es la fiebre efervescente y memes de 2021. El dinero que entra ahora es cuantioso, deliberado y, fundamentalmente, a largo plazo. El argumento a favor de Bitcoin ya no se limita a la especulación; se trata de una asignación estratégica de activos en un mundo donde incluso los activos “seguros” pueden verse comprometidos por la política.
Trump, intencionalmente o no, podría haber hecho más por Bitcoin de una sola vez que cualquier conferencia sobre blockchain. Al gravar el oro hasta arrinconarlo, les recordó a los mercados que la verdadera virtud de una reserva de valor reside en su independencia de los caprichos del gobierno. En ese sentido, Bitcoin no solo parece tentador, sino inevitable.
Será la primera vez que la cumbre mundial del clima se realice en la Amazonía —escenario decisivo para la estabilidad del sistema terrestre— y la primera en celebrarse en América
Pese a una leve mejora durante agosto del Estimador Mensual de Actividad Económica, todavía se proyectan sombras en el consumo y la industria, a días de los comicios claves que
A través de la obra y vida de Félix Luna, historiador y testigo de la Argentina del siglo XX, se explora el giro del radicalismo hacia el estatismo, su alejamiento
La campaña de Trump para eliminar el primer precio global del carbono para el transporte marítimo llevó a Grecia a vetar una mención clave en la posición climática de la