El 13 de agosto de 1961 la libertad sufrió una dolorosa puñalada en el centro de Europa. La dirigencia comunista de la RDA tomó definitivamente la decisión de construir un muro El muro contaba con una longitud de 120 km y todo tipo de protecciones, desde alambrado metálico, hasta la construcción de centenares de torres y docenas de búnkeres El partido comunista quería aislar la libertad, negarla, envilecerla a través de una pared que no dejara ver, al resto del mundo, sus atrocidades En más de 25 años se contabilizaron 192 asesinatos por disparos al intentar cruzar el muro, y se estima que más de 200 personas resultaron heridas en las mismas circunstancias.
Muchas personas se despertaron y descubrieron que habían quedado atrapadas, en muchas ocasiones separadas de sus amigos y familiares en Occidente.Alemania prácticamente no conocía la paz desde la era de Bismarck, y finalmente a partir del 9 de noviembre, no solo encontró su redención, sino que halló un lugar en el mundo, donde finalmente pudo sembrar sus bases y prosperar en libertad.
El “beso de tornillo” mas famoso: uno era el líder de la Unión Soviética, Leonid Brezhnev, y el otro, el presidente de la República Democrática de Alemania, Erich Honecker.El 9 de noviembre de 1989, un desafortunado comunicado para la RDA, pero una gloriosa noticia para la libertad, aparecía en televisión. El muro estaba condenado, la libre circulación era un hecho. El muro separó amigos, familias, amantes. Fue el símbolo del avasallamiento y el poder despótico. Entre mayo y septiembre de ese mismo año de 1989, se calcula que alrededor de 400.000 personas consiguieron huir de la RDA por diversas fronteras En 1987, Ronald Reagan desafío a Gorbachov en la Puerta de Brandeburgo. Le exigió que echara abajo el muro de Berlín, y terminara con el proyecto hegemónico soviético, que para la época ya estaba evidentemente en su ocaso. El gobierno húngaro ya había flexibilizado sus fronteras, por lo cual la cortina de hierro, ya había comenzado a ser desmantelada. La caída del muro de Berlín inició los ’90, una época donde la democratización y liberalización del mundo parecía marchar como un tren sin freno. Sin embargo, el siglo XXI demostró que la libertad, halla con gran rapidez nuevas resistencias y novedosos enemigos. El 9 de octubre, una multitud sin precedentes de 70.000 personas se manifestó pacíficamente en el centro de Leipzig exigiendo libertad. Por primera vez se atrevieron a pasar por la temida sede de la Stasi. “¡Wir sind das Volk!”, cantaban (“¡Somos el pueblo!”) Las personas acudieron con entusiasmo e incertidumbre hacia los puntos de control, ni siquiera los oficiales migratorios conocían la nueva legislación, pero el ardid popular era inevitable, el muro iba a estar de pie solo hasta ese día. Las personas lejos de cruzar por los puntos, avanzaron sobre el muro, y lejos de superarlo, decidieron demolerlo. Se derribó mucho más que cemento. Se terminó la vergïuenza, el silencio, la opresión. El mundo celebró ese día como un día de libertad para todos los hombres de bien del planeta. La Alemania libre construyó un nuevo y fecundo liderazgo

12 noviembre, 2020